Viernes 26 de diciembre.
El color de las profundidades
Acompañados
por un sol espléndido, aunque con bajas temperaturas, pusimos rumbo al Sur. Por
la autovía de Extremadura dejamos atrás yermos parajes para adentrarnos entre
verdes dehesas que parecen haberse confundido la estación ya que florecillas
amarillas y blancas salpicaban el verde tapiz del suelo dando la sensación de
que estábamos en primavera en lugar de en invierno.
Y cambiamos de
nuevo las dehesas extremeñas por baldíos paisajes para luego, cerca ya de la
provincia de Huelva, contemplar encinares donde las piaras de cerdos ibéricos pastaban
al sol. Después de la autovía la carretera se abre paso entre suaves lomas
pobladas de viejas encinas hasta que llegamos a Aracena.
Dejamos la autocaravana en el recinto ferial,
junto a otras tres que parecían más bien aparcadas. El sol seguía regalando su
calor a los que a esa hora, las 16,30, disfrutaban de un aperitivo o café en
algunas de las numerosas terrazas de la plazoletilla cercana a la cueva de
las maravillas, nuestra primera visita de esta escapada navideña. Pese a
que las grutas no nos atraen demasiado de ésta había leído que era unas de las
más bonitas del país, así que decidí visitarla, pese a su precio, 8,50 euros.
A las 16,30
nos citaron para entrar media hora después. Mientras, pequé, y compré alguna
que otra cosilla de cerámica. Agrupados a la hora convenida, comenzó nuestra
visita y si bien la entrada es mas bien
vulgar, según avanzamos en su recorrido la belleza y espectacularidad de la
misma iba en aumento hasta llegar a sorprendernos y atraparnos con su magia. De un poco más de 2 kilómetros , el
recorrido turístico comprende sólo 1.200 metros .
Los colores
ocres, rojizos, blancos,… sus formaciones, algunas espectaculares, como
coladas, las cristalinas y transparentes aguas que salpican las distintas salas
por las que vamos circulando, las blancas formaciones coralíferas de aragonito,
similares a las de la cueva de Castañar de Ibor o del Soplao, los gours (bañeras u hoyos) inundados, los contrastes que los colores, luces y
formaciones nos van mostrando, consiguen atraparnos hasta poder afirmar sin
miedo a equivocarme que es una de las mas hermosas que hemos podido visitar.
De especial
belleza las salas donde las cristalinas
aguas de tonos azulados mezclan su color con las formaciones blancas y ocres de
las estalactitas que se descuelgan del
techo y de las estalagmitas sumergidas que crecen desde el fondo mezcladas con
los gours. Algunas coladas son
especialmente bellas. La sala llamada de los garbanzos con caprichosas
formaciones en forma de gigantescos garbanzos o de racimos de uvas, o de
curiosas figuras fálicas, así como los pisolitos (bolas calcáreas) que tapizan
el suelo casi al final, destacan, por su peculiaridad además de su belleza.
El grupo se va
desplazando por la cueva a lo largo de un recorrido circular, con galerías que
se sobreponen en tres niveles de alturas diferentes. La belleza es
sobrecogedora y puedo afirmar que es la más bella que hemos visitado.
Una hora después
termina la visita. En la calle el sol se
ha puesto y después de recoger a nuestra amiga peluda para que estirara sus
patitas, dimos una vuelta por la localidad donde encontramos algunos bonitos
rincones. De un mercadillo de artesanos nos trajimos dos pequeñas tablas de oleos. No consigo resistirme a cometer
ciertos pecados…¿veniales se llamaban? y
aunque ahora no tengo sitio donde ponerlos, seguro que se lo encontraré. Y es
que son ya muchos años acumulando cosas de aquí y allá, además de tener un
pintor en la familia y de habernos topado en nuestro camino con algún amigo,
conocido o compañero con este don, por lo que las paredes de casa están más que
cubiertas. Pero…nada es suficiente en arte.
Bien cerrada
la noche regresamos a la autocaravana donde descubrimos que las vecinas tenían
ocupantes, y después de cenar, nos fuimos pronto a la cama.
Sábado 27 de diciembre.
El rojo
La cola de
furgonetas entrando al reciento frente a nosotros delata que se prepara un mercadillo
así que nos levantamos y decidimos poner rumbo a Linares y desayunar allí. Estamos
a tan solo 6 kilómetros
y la carretera se abre paso entre alcornocales muy bien conservados. Hasta
ahora no había visto nada igual ya que en Extremadura los alcornoques estaban
en dehesas, pero no formando bosques
como aquí.
Dejamos la autocaravana aparcada a la entrada del pueblo y después de tomar el desayuno nos adentramos él. Llama la atención en empedrado de sus calles, con finas piedras, pero este suelo en cada puerta forma artísticos dibujos geométricos. Encontramos muchas de estas “alfombras empedradas” en puertas de acceso a las viviendas, así como pequeños y hermosos rincones. Paseamos por solitarias calles a estas horas de esta fría mañana (sobre las 9,30). Perdidos por ellas, llegamos a la fuente vieja, un curioso lavadero redondo a cielo abierto y orientado de Norte a Sur y que ahora está bañada de luz por el sol matutino. Es uno de los rincones más bonitos de esta localidad.
Dejamos
Linares para ir a Alaja, pero antes encontramos una desviación
que nos sube hasta la Peña
Arias donde está la ermita de la reina de los Ángeles, y un hermoso balcón que se abre a la sierra de
Aracena con unas espectaculares vistas que recogen desde el pueblo de Alaja, a
sus pies, hasta donde la vista se pierde.
Aparcamos la
autocaravana a la entrada de esta localidad y paseamos por alguna de sus
calles, pero no tiene nada que destacar, excepto la bonita plaza y algún que otro
rincón. Buscamos pan pero para nuestra sorpresa nos dicen que hasta las 13
horas no hay. Parece que en estos pueblos
no desayunan con pan del día. Decidimos
poner rumbo a nuestro destino de hoy: las minas de Riotinto.
La carretera
se sigue abriendo paso sinuosa por preciosos bosques penumbrosos de alcornoques
de gruesos y retorcidos troncos. Paramos para recoger algo de corcho que vemos
en el suelo y continuamos. El valor de estos bosques es incalculable y su
estado de conservación es estupendo.
Dejamos atrás
esta sierra de Aracena poniendo rumbo al
Sur. Llegamos a las Minas de Riotinto unos 20 minutos antes de la
13, hora en que estábamos citados en el centro de visitantes para comenzar
nuestra visita en un tren y allí nos hacen una pequeña planificación día. En
principio nos dicen que no nos da tiempo a verlo todo, pero cuando le digo que
viajamos en autocaravana entonces cambian de opinión ya que al ahorrarnos el
tiempo de espera durante la comida, es posible que sí que podamos abarcarlo
todo. (http://parquemineroderiotinto.es/)
Así la
planificación consiste en tomar el tren que teníamos previamente reservado a
las 13,30 (únicamente sale a esa hora). El trayecto dura una hora y media por
lo que después de comer partiríamos sobre las 16 horas a visitar la
urbanización “Bella vista” y la casa número 21 intentando estar a las 16,30 de
nuevo en el centro de visitantes para visitar el museo y a las 17,00 horas salir a la mina de Peña
del Hierro. Justo y apretado pero parece
un plan asumible.
Fuimos en
busca del tren que nos espera unos kilómetros por la carretera que se dirige a
Nerva. Se trata de un tren del año 1912 de madera y tirado por una maquina diesel y que circula por las antiguas vías que
utilizaba la compañía para llevar el mineral extraído desde las minas hasta el
puerto de Huelva donde sería embarcado rumbo a puertos de Inglaterra.
Actualmente se recorren 12 km
de los 300 inicialmente construidos en la época y que entonces fueron un
símbolo de la
Revolución Industrial y del progreso de la comarca. El
trazado tuvo que salvar barrancos y
arroyos lo que hizo necesario que se construyeran 8 puentes en hierro
forjado y 5 túneles. También se edificaron estaciones –una docena- para regular
el tráfico de mercancías y pasajeros. Se dejó de utilizar en 1975. Algunos
datos son impresionantes: más de un millar de vagones y 2.000 vagonetas de mina,
más de una cuarentena de coches, casi 150 locomotoras de vapor de 10 modelos
distintos y 7 eléctricas
El trayecto
dura una hora y media y nos adentra por un paisaje que comienza entre las
montañas de escombro a ambos lados de la vía donde se puede observar algunas
curiosas formas redondeadas que corresponden a los moldes de algunas vagonetas. Circulamos
dejando siempre el río Tinto a nuestra izquierda y este desnudo paisaje
lunar donde los colores ocres, rojizos,
marrones, blancos, azulados, negruzcos o
grisáceos o amarillentos del azufre se alternan y combinan, va dejando paso a
otros más salvajes, donde los colores siguen siendo los protagonistas indiscutibles: el
espectacular y llamativo rojo del río, el amarillo de las piedras del lecho,
el verde de los pinos.
Este color
rojo es debido a las altas concentraciones de minerales, estando presente
prácticamente toda la tabla periódica
aunque hay metales que son más abundantes como el hierro, responsable de
este color. Siempre se pensó que no había vida en el río, pero recientemente se
ha descubierto la presencia de microorganismos
llamados quimiolitotrofos (literalmente 'comepiedras), que no necesitan materia
orgánica para sobrevivir y que pueden crecer oxidando minerales. Igualmente se
han encontrado bacterias y más de mil hongos aunque lo que no hay son peces.
La alternancia y contraste de los colores es
espectacular y la desolación de este paisaje, sobre todo al inicio del
trayecto, es sobrecogedora.
Dejamos atrás
una zona de ensanche de las vías donde descansan dormidas oxidadas máquinas
diesel y de vapor que nuestro guía va identificando con su nombre así como
también vagonetas de distintos tamaños
en las que los descoloridos colores se mezclan con el óxido del tiempo.
Llegamos así
al final de nuestro trayecto donde
durante diez minutos nos dejan acercarnos a este curioso y único río rojizo
advirtiéndonos de que sus aguas tienen un efecto de la lejía sobre la ropa y es
que su pH está entre 1,7 y 2,5 Es ácido sulfúrico aunque en algunos puntos hay incluso menos, llegando
a alcanzar 0,8 (ácido sulfúrico concentrado). Descendemos del tren para ir al
río. Mientras, la máquina toma la posición de la cabecera de nuestro tren. Todos
nos hacemos fotos y enseguida el silbato nos avisa de que debemos regresar.
Tomamos
posiciones para deshacer el camino hecho y
preferiblemente sin perder de vista el río, único en el mundo.
Cerca de las tres
y mientras todos los turismos abandonan el aparcamiento, comemos para
dirigirnos sin descanso al barrio de Bella vista, típico barrio inglés de
principios del siglo XIX, construido para alojar al “staff” de la compañía
minera.
Es curioso
comprobar como esta gente se trajo consigo un trozo de su país a este pequeño
rincón andaluz, ya que por las fotografías de la época vemos que no les faltaba
de nada: pistas de tenis, criquet, polo, golf…
Nos dirigimos
ahora al museo, instalado en lo que fue en el antiguo hospital británico que
atendía a los trabajadores de la
Rio Tinto Company Limited. Muestra piezas relacionadas con la
minería aunque confieso que como no me gustan los museos, paso casi de
puntillas deteniéndome más en lo que al parecer es lo más llamativo, el vagón del Maharajá, el más lujoso del mundo de vía estrecha, construido para la reina Victoria de
Inglaterra y traído a Riotinto con motivo de una visita de Alfonso XIII.
Asientos reclinables para convertirse prácticamente en camas, baños, lavabos,
repujados interiores…todo un lujo. Junto a él, dos máquinas. Curiosa la
reproducción de una mina romana.
Y a las 17,00
horas nos llaman por megafonía para dirigirnos al aparcamiento donde hemos de
seguir a un vehículo que nos guiará hasta las mina de Peña del Hierro, a unos 10 kilómetros del
museo. Pienso que es mucho más facil facilitar las coordenadas e ir de forma
independiente, pero, en ausencia de ellas, hemos de seguir a los dos turismos
que nos preceden.
Y allí nos
reunimos un pequeño grupo con nuestro guía que nos abre la verja que da acceso
al túnel de la mina. Su historia se
remonta a la época romana, aunque su mayor explotación tuvo lugar a partir de
finales del Siglo XIX y nos cuenta algo de la vida en ella. Aquí se han extraído
piritas mediante sistema de voladuras y cámaras subterráneas y posterior
tratamiento físico y químico obteniendo cobre y azufre.
Tras unos 180 m salimos a cielo abierto, donde el agua ha ocupado su
nivel freático inicial y llena el agujero que inicialmente había sido excavado
para extraer el mineral. De nuevo son los colores lo que más captan nuestra
atención: el agua, de un tono rojo muy oscuro que roza el marrón, las laderas,
con varios tonos, pardos, dorados, grisáceos y rojizos. Es uno de los parajes
más hermosos de la zona. Es el lugar
donde el C.A.B. (Centro de Astrobiologia asociado a la N.A .S.A) y la propia N.A.S.A. realizan sus investigaciones
para el proyecto Marte.
Fuera ya del
túnel de la mina y por unas escaleras que salen a la izquierda subimos y
continuamos ascendiendo para, desde arriba, tener otra vista de este agujero o
mina casi lleno de agua. Angel se acerca al “malacate” del pozo maestro, pero
yo, acuciada por la llegada de la noche, deseo antes recoger algunas rocas y parar en lo que nos han dicho que es el
nacimiento del río Tinto. Decisión incorrecta, ya que me habría dado tiempo a ver
de cerca esta joya.
De regreso y
cayendo ya la noche, paramos en un pequeño aparcamiento a la derecha junto a un
puente donde un cartel nos indica el nacimiento del río Tinto. Recorremos un
pequeño sendero y nos quedamos unos minutos recogiendo rocas y disfrutando una
vez más, del peculiar color rojo de las aguas recién nacidas del río.
Pero la noche
se cierne y hemos de salir de allí, así que a paso rápido, a las 18,30, una
media hora más de luz que en Madrid, decidimos ir a El Campillo donde hay una area para
autocaravanas donde llegamos en noche ya cerrada pero, el lugar no nos gusta
para pasar la noche así que regresamos junto a el barrio de Bella Vista, a un
aparcamiento frente a él y junto a la Guardía Civil. Un poco después se uniría otra
autocaravana.
Hacemos un
breve repaso del día de hoy. Angel se ha acordado de la “Corta Atalaya”,
cerrada al público y con perímetros de seguridad y que en su día, hace más de
10 años cuando estuvimos de paso por aquí, pudo ver durante unos segundos. Nos
reímos al recordar algunas curiosas palabras del inglés que los lugareños
incorporaron a su vocabulario pero haciendo su peculiar adaptación, como manguara que proviene de Man Water, agua de hombres
para referirse a un aguardiente que destilaban los ingleses y que por su alto
contenido alcohólico sólo era bebida por los hombres, en demostración de su
hombría o Gosán (de Gold Sand, arena de
oro), arenilla que resultaba de la extracción de minerales (oro entre otros) y
que aún contenía pequeños fragmentos diminutos de oro, Manolín (de Man Only,
sólo hombres) para designar el club social de los ingleses, en el que sólo podían entrar
hombres. Ingeniosos estos andaluces.
Domingo, 28 de diciembre.
El azul y el gris
El azul y el gris
Rumbo a Punta
Umbria, pero antes regresamos a la gasolinera Lukoil en El Campillo, al área para
autocaravanas, para vaciar y llenar agua. (N 37º 41' 31'' / W 6º 37' 59''). Es
relativamente cómodo y nos dicen que quieren limpiar y adecuar la zona para la
pernocta porque por ahora no es un lugar muy adecuado.
Así, en un día
que amanece con un cielo azul pero que poco a poco se va cubriendo de nubes, ponemos
rumbo al Sur. Llegamos a nuestro destino sobre las 11,30 y casi al borde de la
desesperación, vamos a un autoservicio que esta abierto para encontrar pan.
Decidimos
pasarnos primero por las marismas del
Odiel, un Parque Natural. Mi primera intención era hacer el trayecto
desde Punta Umbria a Huelva por el Río Odiel en un barco, (“canoa”), trayecto
interesante y leo de gran belleza, pero para mi decepción el barco únicamente
funciona en verano. Otra sorpresa. La empresa dice que no puede pagar dos
muelles de atraque fuera de temporada a
pesar de que están vacíos y sobra espacio. Siempre me parecerá mejor llegar a
un acuerdo con la empresa propietaria de
los muelles y que por un importe inferior al que se abona en verano alquile el sitio a la “canoa”a en lugar de que esté vacío. Esto supondría un
ingreso para la empresa, y el barco, declarado
de interés, podría prestar servicio durante todo el año, aunque sea en
determinados periodos, como fines de semana o festivos, además de generar
puestos de trabajo. Pero no, y una vez
más, podemos comprobar que parece que en esta Comunidad Autónoma sobra el dinero y
que la “canoa” solo tiene interés turístico en verano. Y que me perdone si
alguien se siente ofendido por este comentario.
Me consolé
comprobando a través del google earth que había una carretera que se internaba
en este parque atravesándolo, además de un Centro de Interpretación, así que
siguiendo las coordenadas que en su día tomé para allá nos dirigimos.
Allí nos indican dos sendas cercanas, una que sale derecha
de la carretera y la otra a la izquierda, cortas pero que nos
pueden dar una idea de las aves de la marisma, así que con un endiablado y frío
viento hacemos ambas sendas observando
varias especies de aves, las más llamativas, como siempre, los flamencos cuya
rosada silueta se recorta en las lagunas, para luego tomar la autocaravana y
dirigirnos hasta el fondo de la marisma.
El paisaje de
estos entornos siempre nos atrae, nos subyuga y además aquí podemos observar
muchas especies de aves: espátulas, garcetas, la común y la grande, cigüeñas,
moritos, flamenco, garza real, alguna rapaz sin identificar (posiblemente
aguilucho lagunero), varias especies de correlimos, cigüeñuelas, ánades reales,
cormoranes grandes, gaviotas, las dos especies, reidora y argentea, zarapitos,
etc.
Pero sobre
todo quedo fascinada por un brevísimo espectáculo de tan solo unos segundos de
duración: un grupo de flamencos levanta el vuelo pero al batir sus alas contra
el viento que sopla con fuerza, quedan como paralizados, suspendidos en el
aire…y los podemos disfrutar a simple vista, sin prismáticos. Sus siluetas
recortadas, sus vivos colores, blanco, negro, rosado…impresionante.
En nuestro
camino internándonos en la marisma, vamos contemplando este sorprendente y
siempre hermoso paisaje así como alguna
de las aves que lo habitan, algunas en
busca de su comida, otras levantando el vuelo y cambiando de lugar.
En un momento
determinado el firme de la carretera cambia empeorando considerablemente, así
que decidimos dar la vuelta y buscar un sitio en la cercana
playa de la Bota para comer lo que
hacemos junto a un chiringuito.
Después de un
brevísimo descanso damos un paseo por la playa. El cielo estaba cubierto aunque
de vez en cuando las nubes se abren dejando pasar los rayos de sol que
tímidamente se cuelan entre ellas produciendo unos hermosos contrastes de
colores y creando una mágica sensación de irrealidad. Hay muchas conchas en la
arena y recogemos algunas.
Pasadas las 17horas
ponemos rumbo a Isla Canela pasando antes por El Rompido y Cartalla. En Lepe,
en vez de bajar dirección a las playas y como se nos hace de noche, decidimos
ir directamente hacia Punta Canela donde llegamos cerrándose la noche. Y aquí estamos,
en un aparcamiento y quizás en el extremo más Sur-Oeste de España, a tres pasos
de la playa, en un lugar solitario ahora en invierno, tan solitario que casi
sobrecoge.
Tras una
tranquila noche y venciendo la pereza inicial, me he asomado a la playa. El sol
estaba ya en el horizonte pero desparramaba toda su luz por la playa, iluminándola
intensamente, dotándola de una belleza especial
y deslumbrando con su intensidad.
Hemos
desayunado y dado un solitario y tranquilo paseo por la playa. Algunas enormes
medusas yacían sobre la arena de la playa. Parece todo dormido hasta la
primavera o verano, como en el cuento de la Bella Durmiente.. .Edificios
elegantes de hasta 4 alturas se yerguen en pequeños grupos (urbanizaciones)
pero están deshabitados. Quietos, silenciosos....invernando
Después del
paseo ponemos rumbo a Villar de San Antonio, en Portugal. Hace un
poco más de cuatro años estuvimos por aquí y compramos unas sábanas que están
como el primer día, así es que, como si de una peregrinación se tratara, hemos
venido a por más, para nosotros y para la familia.
Atravesamos el
Guadiana, frontera natural con Portugal, por el puente. Y ahora, esto parece
otro mundo. Hemos pasado de estar prácticamente solos a estar rodeados de
autocaravanas de las más diversas procedencias: británicas, suecas, alemanas,
belgas... y de nuevo nos hacemos la pregunta: ¿porqué están aquí y en España no
o en el mejor de los casos, hay menos? . Y encontramos la respuesta cerca de
donde dejamos aparcada la autocaravana en Villar de San Antonio, junto al
puerto: hay una hermosa área donde por 4,5 euros se tiene de todo hasta wifi y
allí se concentran, disfrutando del sol, de la hospitalidad portuguesa y de
estar en el mismo centro de una localidad.
Nos acercamos
a la zona comercial, donde estamos gran parte de la mañana de tienda en tienda,
un juego de aquí, otro de allá, volviéndonos un poco locos porque los precios
son solo parecidos y en todas tienen lo mismo.
Cuando
terminamos nuestras compras nos acercamos a un barecillo en una calle lateral,
pequeño y que solo tiene sitio en la terraza exterior. Habíamos visto que el
menú valía solo 10 euros y que había, además, mucha gente, así que allí, al sol
nos quedamos. Una ensalada, una sopa muy buena y generosa en cantidad de la que
comemos los dos y después un bacalao
dorado, buenísimo que nos salía ya por las cejas para terminar yo, golosa
impenitente, con una mouse de chocolate que
también me supo a gloria. Y además, he tomado buena nota de la receta del
bacalao dorado, parecido al arriero pero el huevo va sin batir y añadiendo
patatas paja. En Mercadona compramos algo similar congelado, pero como siempre,
lo casero, mucho mejor.
Una vez de regreso en la autocaravana ponemos rumbo a la playa, a donde pernoctamos hace casi cinco años, en un sitio salvaje, junto a un chiringuito, cerca de la playa de Manta Rota, la playa del cabezo...y lo encontramos igual que hace esos años. Un grupo de tres autocaravanas disfrutan de la paz del lugar. (N 37º10.565’ O 7º28.331)
Nos ponemos mirando al mar y salgo a dar un paseo. Pero cuando lo hace Angel con Tula vemos dos quad que parecen de la policía, así que pese a su resistencia, tenemos que dejar a nuestra amiga peluda en la autocaravana. Pero nos da pena. Lleva todo el día encerrada y se merece el paseo, así que esperamos un poco. Pasa el tiempo y no regresan. Es la hora del atardecer y no creemos que vuelvan, así que la sacamos y nos damos un precioso paseo por una hermosa playa bañada ahora por el dorado sol de la tarde.
Disfrutamos de cormoranes, gaviotas y limícolas, muy graciosas, pequeñitas, rechonchas, que al correr evitando las olas, o huyendo de nosotros, mueven sus pequeñas patitas con tanta rapidez que parecen dibujos animados o caricaturas. Me rio con ellas, resultan muy cómicas.
Y me fascina la luz que hay. El sol va cayendo derramando su luz e iluminando la playa suavemente inundándola de tonos amarillos pálidos que se tornan más intensos para volverse dorados y según va cayendo, anaranjados. De los tonos más suaves, a los más intensos.
Un grupo de gaviotas dibujan sus oscuras
siluetas sobre la arena mojada deslumbrada por estos tonos amarillentos. ¡Qué
belleza! El espectáculo es impresionante. La luz y los colores dorados y
anaranjados del cielo son protagonistas únicos y el escenario, esta enorme
playa, con las siluetas de gente dispersa recortadas en el horizonte con un
oleaje tranquilo resulta fascinante. Y me siento a disfrutar de él y saco mi
cámara y trato de captar la magia del momento. Lo consigo solo en parte porque,
ahora, cuando las miro veo que faltan
los olores, los sonidos, el frío viento
acariciando la piel de mi rostro o
agitando mi pelo revuelto, el
movimiento, la VIDA ….
Pero disfruto, mucho.
Después el frío se intensifica y
regresamos a la autocaravana. Mientras que Angel guarda lo comprado en el garaje ve un zorro que descaradamente
se ha acercado a la costa. Estamos solo las cuatro autocaravanas y recibimos la
noche con tranquilidad.
Martes 30 de diciembre
Decido disfrutar del amanecer de este
último día. Veo en el movil que será a las 8,40 una hora “decente” para salir y
aunque una brisa fría sacude mi cara, venzo la pereza y me encamino a la playa.
Aún no sé si podré ver la salida del sol, pero espero pacientemente sentada en
la fría arena frente al mar, que se mueve tranquilo. Y de pronto empiezo a ver,
primero una zona más iluminada, dorada, para luego concentrarse en un punto,
definido. ¡Sí! ¡amanece frente a mi y voy a poder verlo!
Si las puestas de sol son hermosas, los
amaneceres poseen una belleza muy
especial. Quizás también por que se asocian a un emotivo significado de alegre
comienzo.
Así que esta vez sin compartir mi soledad
con Tula, disfruto del maravilloso espectáculo de la luz, del milagro de un nuevo día. La última vez
…fue hace 2 años y también en invierno, en Almería. Aquél amanecer marcó una
época especial de mi vida, como ahora parece marcarlo éste. Aquél, de alguna
manera, marcaba el inicio de algo. Éste, de otra, marca lo que podría ser el
final de aquella etapa pero con su continuidad. No sé si es casualidad que vaya
asociando estas etapas con bellos
amaneceres, pero me gusta poder asociar emociones con paisajes.
Es…distinto, especial.
¡Y celebro la suerte que tengo de seguir
sorprendiéndome y disfrutando de estas cosas que parecen tan sencillas y que son de las más hermosas!
Después de desayunar y dar un paseo por
la playa, regresamos a Boadilla para poder despedir el año con la familia.
Mª Angeles del Valle Blázquez
Boadilla del Monte, Enero de 2015